Casilda se casa

Consejos de matrimonios que llevan casados de 1 a 45 años (Parte III)

«Si aquellos a quienes comenzamos a amar pudieran saber cómo éramos antes de conocerlos, podrían percibir lo que han hecho de nosotros».

Me gusta mucho esta frase de Camus y me recordó a todos estos matrimonios que me abren su corazón muy generosamente en estos post sobre consejos –que ya va por su tercera entrega– para inspiraros con sus anécdotas y experiencias. Espero que os gusten y os sirvan las palabras de Belén Vázquez, Grace Villareal, Curro Ariza, Marieta Yanguas, Samantha Vallejo-Nájera y Belén Junco:

Belén Vázquez, periodista y creadora de @mipequeñatribu, y Juan: 9 años casados.

«¡Qué vértigo! Siempre supe que me casaría con Juan y si no hubiese surgido, ya me las hubiese arreglado para hacerlo», se ríe. «Nos conocimos con 12 años y todavía hoy recuerdo lo nerviosísima que me ponía cada vez que coincidíamos. Varios ligues después –él bastantes más que yo– y en el típico viaje de fin de carrera a Cancún, nos reencontramos. Las playas de Quintana Roo, nos unieron para siempre.

Desde entonces, 15 años ya (5 de novios y 10 de casados); cuatro hijos; un perro y varias mudanzas después, creo que nuestro amor sigue intacto. ¿La receta del “éxito”? El respeto y la admiración mutua, pero también la comunicación, el poner (¡siempre!) sobre el tablero y sin anestesia las cartas del otro que te molestan; no irse a la cama enfadados; resolver cada conflicto por tonto que sea. Que una simple Coca-cola juntos o un minúsculo paseo con Paco (nuestro perro), después de un día infernal, se convierta en el mejor plan de la semana. Dedicarnos un tiempo a nosotros pero, sobre todo, saber ceder, ceder y también ceder. ¡Qué importante es saber ceder en la estabilidad de un matrimonio! Pero ¡ojo! sin ser la tonta del bote… que muchas veces hay que luchar por lo que una considera que es justo y necesario, de lo contrario la bomba explotará antes o después. No se trata de decir «Amén» a todo, pero sí saber elegir bien qué pequeñas o grandes batallas ganar o perder.

¡Ayyy querida independencia, cuanto bien has hecho en nuestro matrimonio! Somos uno, pero también somos dos. Es decir, él tiene sus amigos que también son los míos y yo tengo a las mías que también son las suyas, pero yo quedo con mis amigas y él queda con los suyos. Sin necesidad de juntar planes, sin que el que se quede en casa gruña por ello… Además, yo tengo mis hobbies y él tiene los suyos. Unas veces los practicamos juntos y otras veces separados. Y disfrutamos viendo cómo cada uno hace sus planes y vive de manera independiente nuestra vida en común.

En la era de los likes, los seguidores y el show off de “mi vida es idílica” ya se sabe que no es oro todo lo que reluce y que, por supuesto, el matrimonio no es un camino de rosas… También tiene sus espinitas y el tiempo pasa, implacable, para todos. Y, aunque es cierto que, ese amor que roza o incluso supera a la locura cuerda de los primeros años, se queda en esos primeros años; este luego se convierte en otro tipo de locura o de amor diferente pero también especial y vibrante. Solo hay que poner de nuestra parte y remar juntos en la misma dirección. Ahora, eso no te quita que hayan discusiones a todas horas; que te sienten mal cosas de él que antes te hacían mucha gracia; que pregunte enajenado por su camiseta que lleva “toda la mañana buscando” y vayas tú a su armario, abras el primer cajón, y aparezca su tan deseada camiseta bien doblada y planchada; que necesites coger impulso varias veces; que te den ganas de largarte a una isla desierta un par de meses y amenaces con hacerlo varias veces a la semana; que le cuelgues el teléfono o que a veces pienses que eres la última de su lista.

Pero, esas veces cuando quiero acogotarle, mandarle de vuelta con su madre o hacerle el harakiri; paro, respiro y cuento hasta 100 y, entonces, le veo jugar con los niños, hablarles y disfrutarlos y, justo en ese momento, vuelvo a esas playas mejicanas con olor a piña colada. Ahí entiendo que le elegí a él porque es, sin duda, el mejor. Con sus más y sus menos, pero EL MEJOR» –Belén.

Grace Villarreal y Jacob Henson: 10 años casados.

«Jacob y yo llevamos casados casi 11 años. Me resulta raro decirlo. No porque me sorprenda sino porque parece que fue ayer cuando nos conocimos. El tiempo vuela y creo que la clave para el éxito en el matrimonio es casarte con tu mejor amigo. Esa persona con la que puedes pasarte horas hablando y riéndote. Segundo, para nosotros es fundamental tener la misma Fe y saber que Dios es el centro de todo. Tercero, y no menos importante, ambos tenéis que tener en mente la misma definición de lo que es el matrimonio y que no hay salida, ni tregua, ni vuelta atrás. Si los dos estáis de acuerdo, habéis encontrado a la persona.

Esta mentalidad te ayuda a luchar por la relación cada día; a priorizarla y a protegerla. Nosotros adoramos pasar tiempo juntos y reírnos (nos reímos mucho). Él adora hacerme reír y yo reírme de él y con él. Y, cuando hay momentos duros como pareja (que los hay), siempre reconectamos siendo amigos, soñando juntos y recordando la primera vez que nos conocimos (no sé ya cuantas veces le he pedido que me cuente la historia jajaja).

No me imagino una vida sin él. Es todo lo que había soñado y mucho más. Mi vida no existe sin él. Y tengo la plena seguridad de que siempre estará ahí para mí. My forever Valentine«. –Grace.

Isabel y Curro Ariza, fundador de Patch: 13 años casados.

«La decisión de casarse, a veces, se toma a una edad en la que no siempre estamos suficientemente maduros. Y, aunque en la mayoría de los casos el amor funciona como lubricante para superar los posibles conflictos de convivencia, contar con suficiente madurez, ayuda. La carrera que estudiamos, donde vivimos, etc. son otras de esas decisiones que asumimos normalmente a una edad en la que nos falta información y experiencia.

En mi caso no fue así: conocí a mi mujer cuando yo tenía 38 años y, además, salía de un primer matrimonio en el que se reprodujeron uno a uno todos los problemas derivados de la falta de madurez a la que me refería al principio. Es por tanto, mi caso, un poco atípico. Mi mujer, con la que llevo mucho más que felizmente casado 12+1 años, a pesar de ser “novata” en esto de casarse y mucho más joven que yo, aportó a nuestra pareja un montón de madurez y sentido común del que yo, a mis 56 años, todavía no puedo ni siquiera soñar con alcanzar. Con la ventaja de mi “experiencia en cometer todos los errores posibles” y la personalidad de Isabel hemos podido construir un relato juntos que funciona. 

Siempre que se habla del matrimonio, se da por hecho que el componente del amor nos va a ayudar a superar cualquier conflicto… y así es, pero, al menos en nuestra experiencia, hemos dibujado un escenario que me parece importantísimo para conseguir la estabilidad que nos mantiene unidos. 

Como decíamos más arriba, el amor es el catalizador de toda relación y como tal hay que cuidarlo. No hay que desgastarlo, no hay que tener que tirar sólo de él cada vez que surge un conflicto. Hay que poner una serie de cortafuegos que mantengan las tensiones alejadas de ese depósito de amor para no tenerlo vacío cuando necesitemos tirar de él. A nosotros nos funciona muy bien el respeto. Nos funciona muy bien la comunicación y nos funciona de maravilla la certeza de que la convivencia se entrena. No esperemos que las cosas salgan bien sólo porque dos personas se quieren, hay que currárselo cada día. Hay que saber muy bien donde podemos complementar las carencias del otro y donde están nuestras debilidades para que, poniendo cada uno de su parte, la convivencia sea fluida.

No soy muy partidario de los roles fijos (que sé que a mucha gente le funcionan). Yo prefiero improvisar, sorprender, asumir en cada momento la función que pienso más va a engrasar la relación. Ambos somos responsables de todo y ambos debemos estar preparados para asumir cualquier escenario que se presente. Ninguno de los dos tenemos asumida ninguna responsabilidad concreta y, a la vez, asumimos todas cada vez que haga falta»– Curro Ariza.

Marieta Yanguas, creadora de contenido y estilista, e Íñigo: 15 años casados.

Nuestra historia es larga, de esas que pasaban antes. Nos conocimos con 20 y 24 años y nuestro noviazgo empezó a distancia. Empezaban los móviles e Íñigo estaba en la mili y yo le llamaba al cuartel, ¡que antigüedad! He de decir que esos momentos los guardo como tesoros en la memoria de una época que ya no volverá y una manera diferente de conocerse; de ligar; e, incluso, de enamorarse. No existía la inmediatez que tenemos ahora y quizá todo costaba un poco más, por eso le dabas más valor.

Un noviazgo largo y divertido, con viajes, planes, muchos amigos comunes y una ruptura de unos meses que nos hizo volver con más fuerza. 15 años y 4 hijos después, puedo decir que estoy segura de que no nos equivocamos, aunque a veces quisiera matarle y él a mí… No soy nadie para dar consejos y me da un poco de apuro, pero ya que Casilda me pregunta voy a contaros lo que a nosotros nos ha funcionado en este tiempo y espero que nos siga ayudando el resto de nuestra vida:

 Respetar y querer al otro como es, sin intentar cambiarle. Muchas veces tenemos un ideal del amor que nos hace pedir a nuestra pareja cosas que, por mucho que nos quiera, nunca va hacer. Y eso al principio te puede llevar a muchos berrinches, olvídalo. Por mucho que tú seas romántica o detallista, si él no lo es de novios tampoco lo será de casados, así que no esperes un viaje sorpresa o una cena para dos a la luz de las velas con un poema porque no va a llegar; y si llega, quizá sea forzado y no como te imaginabas. Así que mi consejo es que si la romántica eres tú, prepara tú la cena, seguro que él te sorprende con otras cosas en el día a día que suplen esa falta de romanticismo. Nos tenemos que querer como somos porque la gente no cambia, te amoldas, pules defectos en la convivencia y descubres otras virtudes que estaban ocultas y que, al convivir, (y sobre todo tener hijos) salen a la luz. Creo que querer sin esperar nada a cambio es la base del éxito de toda relación, aunque no sea fácil.

– Celebrar, divertíos y mantener la ilusión a toda costa. La ilusión es la sal del matrimonio y hay que intentar mantenerla siempre, por eso yo soy muy partidaria de celebrar todo, de salir, entrar, viajar y divertirse juntos como de novios.

– Hacer equipo y compartir valores y objetivos en la vida. En 22 años que llevamos juntos, nos han pasado muchas cosas, buenas y malas, y en estas últimas realmente es cuando sabes si tu marido y tu hacéis un buen equipo porque es la persona que tienes al lado para apoyarte. Creo que la generosidad es una virtud que nos caracteriza a los dos y eso nos hace tener equilibro en la balanza. Yo hago muchas cosas suyas parte de mí y él hace lo mismo a la inversa y eso funciona.

Como en todas las parejas que llevan tantos años juntos, ha habido momentos difíciles en los que no te aguantas y otros en los que no puedes vivir sin él. Nadie dijo que fuera fácil, y más cuando los niños y otras responsabilidades entran en juego, pero pensar que tienes al lado a un buen compañero de viaje, con un proyecto común, es lo mejor de esta vida, no lo cambiaría por nada en el mundo y sé que somos muy afortunados. Aún así no hay que relajarse, el matrimonio es un trabajo de día a día y, aunque parezca un tópico, el amor si lo riegas florece, ¡ya lo creo!»– Marieta Yanguas.

Samantha Vallejo-Nájera, chef, y Peru: 18 años casados.

“Cuando me volví a encontrar con Peru (al que ya conocía desde hacía mucho tiempo), me dijo que nos íbamos a casar… Y, la verdad, es que nos casamos enseguida, tan rápido que esto ocurrió en julio y nos casamos en abril, en el año 2002. El noviazgo fue muy corto, nos casamos en seguida ¡y sin penalti ni nada! En 2003 tuvimos a Cloe, nuestra primera hija, y, en ocho años y un día, teníamos cuatro hijos. Me dediqué a la maternidad, a crear una familia y un hogar y a trabajar mucho.

Nuestro truco es ser totalmente independientes, tener nuestros respectivos trabajos que nos llenan por completo. También ser respetuosos el uno con el otro, somos amantes de la familia, de los hijos y de la vida familiar en casa. Nos encanta hacer planes de vacaciones juntos, coger un coche e irnos por ahí cantando. Además, Peru me ayuda muchísimo con los niños cuando estoy grabando Masterchef, es un padrazo y hace fenomenal la parte emocional de hablar con ellos, porque yo soy más de organizar el colegio, los uniformes, los médicos… Así que somos totalmente complementarios.

Es importantísimo que él tenga su espacio para ver sus pelis, su trabajo, sus viajes y yo tenga el mío con mis amigos, mis planes, también mis viajes, deporte, mi caballo. Para mí, lo más importante de la vida en pareja no solo es dejarse espacio sino, sobre todo, confiar al 100% en tu pareja. Aunque también tengo que reconocer que hay momentos muy duros y creo que es importantísimo aguantar para llegar a la plenitud total. Yo ya tengo 50 años, llevo 18 de matrimonio y creo que, actualmente, es el mejor momento de mi vida de casada. ¡Esto solo puede ir a mejor! Somos como una sola persona; nos llevamos fenomenal; nos queremos un montón y nuestro proyecto de vida es totalmente de familia con un principio y sin fin” –Samantha

Belen Junco, directora de ¡Hola!, y Juan Ignacio: 42 años casados.

«Llevo ya 42 años casada… Increíble, ¿verdad? Me casé con 21 y aquí estamos, encantados y dispuestos a los que vengan, ¡ojalá muchos! Creo que es una maravilla mantener el matrimonio unido, a veces es difícil, pero para la familia es el equilibrio. La vedad es que creo que existe una pequeña receta, aunque a veces sea difícil de cocinar: mucha generosidad, poco egoísmo, mucho sentido del humor y valorar lo que tienes entre manos… El resto a luchar y, lo principal claro, ¡mucho amor! Y no tomarse nada demasiado en serio» –Belén Junco.